Las cadenas del hábito, por lo general, son demasiado pequeñas para poder notarlas, hasta que se vuelven demasiado fuertes para poder romperlas.
Samuel Johnson

miércoles, 28 de diciembre de 2016

LA MAGIA DE UN ROSAL

Fui a comprar un rosal. Había un gran surtido de todos los colores todos los aromas y formas. Con follajes delicados. Poderosos trepadores reflorecientes………
Una señora estaba trasteándolos con cara de no agradarle lo que veía. Tanta fotografía.—Decía.-- y seguramente son falsas. Seguramente son débiles se llenaran de pulgón se los comerán los hongos se verán amarillos y agonizantes. Serán en fin una decepción hasta que los arrancare hastiada y plantare un geranio que también morirá por la mariposa africana.
A la mierda concluyo encajando de mala manera la maceta que tenía en la mano.
Se fue sin perder el gesto de su rostro, entre cabreado y de vuelta de todo.
Afectado por aquella ducha de emociones negativas di una vuelta por el local y me entretuve inspeccionando las tijeras de poda…las azadillas. Al cabo de 5 minutos las  imágenes de poda desplazaron las diatribas de la señora desengañada y volví a pasar ante el carry de los rosales. Ayudado  por las extraordinarias fotografías de lo que supuestamente llegarían a ser aquellos pequeños retoños, muñones en realidad,  que sobresalían apenas del tiesto, escogí una y después de leer las características la vi en mi imaginación enredada en mi valla junto a la entrada sus vigorosos tallos de frondosa magnificencia. Lo vi levantando pujantes sus brotes orgullosos desafiando al cielo Vi las perfectas rosas con las gotas de rocío resbalando por sus inmaculados pétalos en las mañanas de abril. Las vi exhalar su intenso perfume en las tardes de agosto como una sinfonía de colores que envolvía amorosa mi jardín elevándolo al ámbito de lo sobrenatural. La morada de los dioses.
Con la pequeña macetita en mi mano fui a la caja y pague aun en la ensoñación  del paraíso de rosas.
Cuando iba a salir por la puerta me paré de pronto como el que se da cuenta de que está a punto de romper algo valioso en un descuido.
Me descubrí en la sensación  de que aquella puerta era quizá excesivamente pequeña para que  el rosal pudiera salir sin romper alguna de sus extraordinarias rosas y brotes.
Yo no llevaba un rosal. Era ya un tesoro. Un santo grial. Una herramienta de caricias emocionales aun antes de haber echado un solo brote ni una sola rosa.
Los métodos de jardinería deberían incluir un capitulo para la imaginación
  y modos de usarla positivamente.

Nomes tenim la magia amb la que som capaços de disfressar la banalitat del mon.